52
Atacarán tus ciudades hasta derribar todas las murallas fortificadas de tu territorio, esos muros en los que confiabas para protegerte. Atacarán todas las ciudades de la tierra que el Señor
tu Dios te ha dado.
53
»El estado de sitio y la terrible aflicción del ataque enemigo serán tan insoportables que terminarás comiéndote la carne de tus propios hijos e hijas, aquellos que el Señor
tu Dios te dio.
54
El más tierno y compasivo de tus hombres no tendrá piedad de su propio hermano ni de su amada esposa ni de sus hijos sobrevivientes.
55
Se negará a compartir con ellos la carne que esté devorando —la carne de uno de sus propios hijos— porque no tendrá otra cosa para comer durante el estado de sitio y la terrible aflicción que tu enemigo impondrá en todas tus ciudades.
56
La más tierna y delicada de tus mujeres —tan delicada que sería incapaz de pisar el suelo con la planta de su pie— se volverá egoísta con su esposo, a quien ama, y con sus propios hijos e hijas.
57
Después de dar a luz, esconderá de ellos la placenta y al bebé recién nacido para comérselos ella sola. No tendrá otra cosa que comer durante el estado de sitio y la terrible aflicción que tu enemigo impondrá en todas tus ciudades.
58
»Si te niegas a obedecer todas las palabras de instrucción que están escritas en este libro y no temes el nombre glorioso e imponente del Señor
tu Dios,
59
el Señor
te abrumará con plagas indescriptibles a ti y a tus hijos. Esas plagas serán intensas y sin alivio, te harán desgraciado y te dejarán terriblemente enfermo.
60
El Señor
te afligirá con todas las enfermedades de Egipto que tanto temías, y no tendrás alivio.
61
El Señor
te afligirá hasta destruirte con todas las enfermedades y las plagas que existen, aun con las que no se mencionan en este libro de instrucción.
62
Aunque te multipliques tanto como las estrellas del cielo, quedarás reducido a unos cuantos, porque no quisiste escuchar al Señor
tu Dios.
63
»Así como el Señor
se deleitaba en prosperarte y en multiplicarte, ahora el Señor
se deleitará en destruirte. Serás arrancado de la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer.
64
Pues el Señor
te dispersará por todas las naciones, desde un extremo de la tierra hasta el otro. Allí rendirás culto a dioses ajenos que ni tú ni tus antepasados conocían, ¡dioses de madera y de piedra!
65
En medio de esas naciones, no encontrarás paz ni lugar de descanso. Allí el Señor
hará que te tiemble el corazón, que te falle la vista y que tu alma desfallezca.
66
Tu vida siempre penderá de un hilo; día y noche vivirás con miedo, sin ninguna seguridad de sobrevivir.
67
Por la mañana dirás: “¡Si tan solo fuera de noche!”, y al oscurecer dirás: “¡Si tan solo fuera de día!”. Pues te aterrarás al ver los horrores espantosos que habrá a tu alrededor.
68
Luego el Señor
te enviará en barcos de regreso a Egipto, el lugar que prometí que nunca volverías a ver. Allí tratarás de venderte como esclavo a tus enemigos, pero nadie querrá comprarte».