32
»Entonces el rey Sehón nos declaró la guerra y movilizó sus fuerzas en Jahaza.
33
Sin embargo, el Señor
nuestro Dios lo entregó en nuestras manos, y lo aplastamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo.
34
Conquistamos todas sus ciudades y los destruimos a todos por completo:
hombres, mujeres y niños. No dejamos a nadie con vida.
35
Nos llevamos todo su ganado como botín, junto con todas las cosas de valor que había en las ciudades que saqueamos.
36
»El Señor
nuestro Dios también nos ayudó a conquistar Aroer, que está al límite del valle del Arnón, al igual que la aldea situada en el valle junto con todo el territorio que se extiende hasta Galaad. Ninguna ciudad tenía murallas lo suficientemente fuertes para detenernos.
37
Sin embargo, evitamos pasar por la tierra de los amonitas, a lo largo del río Jaboc, y también por las ciudades de la zona montañosa, o sea todos los lugares que el Señor
nuestro Dios nos ordenó no tocar.