2
No tendrán tierra propia entre los israelitas. El propio Señor
es su preciada posesión, tal como les prometió.
3
»Del ganado, las ovejas y las cabras que el pueblo traiga como ofrenda, los sacerdotes podrán tomar para sí la espaldilla, la quijada y el estómago.
4
También les darás a los sacerdotes la primera porción de los granos, del vino nuevo, del aceite de oliva y de la lana que obtengas en la temporada de esquila.
5
Pues el Señor
tu Dios eligió a la tribu de Leví, de entre todas tus tribus, para que sirva en nombre del Señor
por siempre.
6
»Supongamos que un levita decide dejar su ciudad en Israel, sea cual fuere la ciudad, para mudarse al lugar de adoración que el Señor
elija.
7
Podrá servir allí en nombre del Señor
su Dios, igual que sus hermanos levitas que ya estén sirviendo al Señor
en ese lugar,
8
y podrá comer su porción de los sacrificios y las ofrendas, aun cuando también reciba sustento de su familia.
9
Un llamado a una vida santa
»Cuando entres en la tierra que el Señor
tu Dios te da, ten mucho cuidado de no imitar las costumbres detestables de las naciones que viven allí.
10
Por ejemplo, jamás sacrifiques a tu hijo o a tu hija como una ofrenda quemada.
Tampoco permitas que el pueblo practique la adivinación, ni la hechicería, ni que haga interpretación de agüeros, ni se mezcle en brujerías,
11
ni haga conjuros; tampoco permitas que alguien se preste a actuar como médium o vidente, ni que invoque el espíritu de los muertos.
12
Cualquiera que practique esas cosas es detestable a los ojos del Señor
. Precisamente porque las otras naciones hicieron esas cosas detestables, el Señor
tu Dios las expulsará de tu paso.