6
»Supongamos que alguien trata de persuadirte en secreto —incluso podría ser tu hermano, tu hijo o tu hija, tu amada esposa o tu mejor amigo— y te dice: “Vamos, rindamos culto a otros dioses”, dioses que ni tú ni tus antepasados jamás conocieron.
7
Incluso podrían sugerir que rindas culto a los dioses de los pueblos que viven cerca o de los que viven en los extremos de la tierra.
8
No les hagas caso ni los escuches. No les tengas compasión ni les perdones la vida ni trates de protegerlos.
9
¡Deberás quitarles la vida! Da tú el primer golpe, y luego que todo el pueblo se sume.
10
Tienes que apedrear a muerte a los culpables, porque han tratado de alejarte del Señor
tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo.
11
Entonces todo Israel oirá y tendrá temor, y ya nadie volverá a actuar con tanta perversidad.
12
»Cuando comiences a vivir en las ciudades que el Señor
tu Dios te da, tal vez oigas
13
que hay sinvergüenzas en medio de ti que llevan por mal camino a los habitantes de su ciudad, diciéndoles: “Vamos, rindamos culto a otros dioses”, dioses que hasta entonces tú no conocías.
14
En tales casos, analiza los hechos cuidadosamente. Si encuentras que lo que se dice es cierto y en verdad se cometió ese acto tan detestable en medio de ti,
15
deberás atacar a esa ciudad y destruir por completo
a todos los habitantes junto con todos los animales.
16
Luego deberás amontonar todo el botín en el centro de la plaza pública y quemarlo. Prende fuego a toda la ciudad como una ofrenda quemada al Señor
tu Dios. La ciudad deberá quedar en ruinas para siempre; no se volverá a construir jamás.