8
En aquel tiempo, el Señor
designó a los de la tribu de Leví para que se encargaran de llevar el arca del pacto del Señor
y estuvieran delante de él para servirlo y pronunciar bendiciones en su nombre. Esas son las responsabilidades de ellos hasta el día de hoy.
9
Es por eso que la tribu de Leví no posee ninguna parte ni porción de la tierra como las demás tribus israelitas. El propio Señor
es su preciada posesión, tal como el Señor
Dios de Israel les dijo a los levitas).
10
»En cuanto a mí, yo me quedé en el monte y en la presencia del Señor
durante cuarenta días y cuarenta noches como lo había hecho la primera vez. Y nuevamente el Señor
escuchó mis ruegos y accedió a no destruirlos a ustedes.
11
Luego el Señor
me dijo: “Levántate, ponte en marcha de nuevo y guía al pueblo para que tome posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados”.
12
Un llamado al amor y a la obediencia
»Y ahora, Israel, ¿qué requiere el Señor
tu Dios de ti? Solo requiere que temas al Señor
tu Dios, que vivas de la manera que le agrada y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma.
13
Debes obedecer siempre los mandatos y los decretos del Señor
que te entrego hoy para tu propio bien.
14
»Mira, los cielos más altos, y la tierra y todo lo que hay en ella pertenecen al Señor
tu Dios.
15
Sin embargo, el Señor
eligió a tus antepasados para darles su amor. Y a ti, que eres su descendencia, te eligió de entre todas las naciones, como se ve hoy.
16
Así que cambia la actitud de tu corazón
y deja de ser terco.
17
»Pues el Señor
tu Dios es Dios de dioses y Señor de señores. Él es el gran Dios, poderoso e imponente, que no muestra parcialidad y no acepta sobornos.
18
Se asegura que los huérfanos y las viudas reciban justicia. Les demuestra amor a los extranjeros que viven en medio de ti y les da ropa y alimentos.