17
»¡Oh Dios nuestro, oye la oración de tu siervo! Escucha mientras te hago mis ruegos. Por amor a tu nombre, Señor, vuelve a sonreírle a tu desolado santuario.
18
»Oh Dios mío, inclínate y escúchame. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad —la ciudad que lleva tu nombre— está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia.
19
»Oh Señor, óyenos. Oh Señor, perdónanos. ¡Oh Señor, escúchanos y actúa! Por amor a tu nombre, no te demores, oh mi Dios, porque tu pueblo y tu ciudad llevan tu nombre».
20
Mensaje de Gabriel sobre el Ungido
Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor
mi Dios por Jerusalén, su monte santo.
21
Mientras oraba, Gabriel, a quien había visto en la visión anterior, se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio de la tarde.
22
Él me explicó: «Daniel, he venido hasta aquí para darte percepción y entendimiento.
23
En cuanto comenzaste a orar, se dio una orden y ahora estoy aquí para decírtela, porque eres muy precioso para Dios. Presta mucha atención, para que puedas entender el significado de la visión.
24
»Un período de setenta conjuntos de siete
se ha decretado para tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a su rebelión, para terminar con su pecado, para obtener perdón por su culpa, para traer justicia eterna, para confirmar la visión profética y para ungir el Lugar Santísimo.
25
¡Ahora escucha y entiende! Pasarán siete conjuntos de siete más sesenta y dos conjuntos de siete
desde el momento en que se dé la orden de reconstruir Jerusalén hasta que venga un gobernante, el Ungido.
Jerusalén será reconstruida con calles y fuertes defensas,
a pesar de los tiempos peligrosos.
26
»Después de este período de sesenta y dos conjuntos de siete,
matarán al Ungido sin que parezca haber logrado nada y surgirá un gobernante cuyos ejércitos destruirán la ciudad y el templo. El fin llegará con una inundación; guerra, y la miseria que acarrea, está decretada desde ese momento hasta el fin.
27
El gobernante firmará un tratado con el pueblo por un período de un conjunto de siete,
pero al cumplirse la mitad de ese tiempo, pondrá fin a los sacrificios y a las ofrendas. Como punto culminante de todos sus terribles actos,
colocará un objeto sacrílego que causa profanación
hasta que el destino decretado para este profanador finalmente caiga sobre él».