8
»Yo, el Señor
Soberano,
estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel
y la destruiré
de la faz de la tierra.
Sin embargo, nunca destruiré por completo a la familia de Israel
—dice el Señor
—.
9
Pues daré la orden
y sacudiré a Israel junto con las demás naciones
como se sacude el grano en un cernidor,
sin embargo, ningún grano verdadero se perderá.
10
En cambio, todos los pecadores morirán a filo de espada,
esos que dicen: “Nada malo nos sucederá”.
11
Promesa de restauración
»En aquel día restauraré la casa caída
de David.
Repararé sus muros dañados.
De las ruinas, la reedificaré
y restauraré su gloria anterior.
12
Israel poseerá lo que quede de Edom
y todas las naciones que he llamado a ser mías».
El Señor
ha hablado
y cumplirá estas cosas.
13
«Llegará el día —dice el Señor
—
en el que el grano y las uvas crecerán más rápido
de lo que puedan ser cosechados.
¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel
destilarán vino dulce!
14
Traeré a mi pueblo Israel de su cautiverio
en tierras lejanas;
reedificarán sus ciudades que están en ruinas
y nuevamente vivirán en ellas.
Plantarán viñedos y huertos,
comerán sus cosechas y beberán su vino.
15
Los plantaré firmemente allí
en su propia tierra.
Nunca más serán desarraigados
de la tierra que yo les di»,
dice el Señor
tu Dios.