6
En cuanto a mí, mi vida ya fue derramada como una ofrenda a Dios. Se acerca el tiempo de mi muerte.
7
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel.
8
Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es solo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida.
9
Palabras finales de Pablo
Timoteo, por favor, ven lo más pronto posible.
10
Demas me abandonó porque ama las cosas de esta vida y se fue a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia, y Tito a Dalmacia.
11
Solo Lucas está conmigo. Trae a Marcos contigo cuando vengas, porque me será de ayuda en mi ministerio.
12
A Tíquico lo envié a Éfeso.
13
Cuando vengas, no te olvides de traer el abrigo que dejé con Carpo en Troas. Tráeme también mis libros y especialmente mis pergaminos.
14
Alejandro —el que trabaja el cobre— me hizo mucho daño, pero el Señor lo juzgará por lo que ha hecho.
15
Cuídate de él, porque se opuso firmemente a todo lo que dijimos.
16
La primera vez que fui llevado ante el juez, nadie me acompañó. Todos me abandonaron; que no se lo tomen en cuenta.
17
Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, a fin de que yo pudiera predicar la Buena Noticia en toda su plenitud, para que todos los gentiles
la oyeran. Y él me libró de una muerte segura.
18
Así es, y el Señor me librará de todo ataque maligno y me llevará a salvo a su reino celestial. ¡A Dios sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén.
19
Saludos finales de Pablo
Dales mis saludos a Priscila y a Aquila, y a los que viven en la casa de Onesíforo.
20
Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto.
21
Haz todo lo posible por llegar aquí antes del invierno. Eubulo te envía saludos, al igual que Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
22
Que el Señor esté con tu espíritu, y que su gracia sea con todos ustedes.