7
y los hombres de David rechazaron los ataques de las tropas israelitas. Aquel día hubo una gran matanza, y veinte mil hombres perdieron la vida.
8
La batalla se extendió con furor por todo el campo, y perecieron en el bosque más hombres que los que murieron a espada.
9
Durante la batalla, Absalón se cruzó con algunos hombres de David. Trató de escapar en su mula, pero al pasar cabalgando debajo de un gran árbol, su cabello
se enredó en las gruesas ramas. La mula siguió y dejó a Absalón suspendido en el aire.
10
Entonces uno de los hombres de David vio lo que había pasado y le dijo a Joab:
—Vi a Absalón colgando de un gran árbol.
11
—¿Qué? —preguntó Joab—. ¿Lo viste ahí y no lo mataste? ¡Te hubiera recompensado con diez piezas de plata
y un cinturón de héroe!
12
—No mataría al hijo del rey ni por mil piezas de plata
—le respondió el hombre a Joab—. Todos escuchamos lo que el rey les dijo a usted, a Abisai y a Itai: “Por consideración a mí, por favor, perdonen la vida del joven Absalón”.
13
Si yo hubiera traicionado al rey y matado a su hijo —y de seguro el rey descubriría quién lo hizo—, usted sería el primero en abandonarme a mi suerte.
14
—Basta ya de esta tontería —dijo Joab.
Enseguida Joab tomó tres dagas y las clavó en el corazón de Absalón mientras estaba colgado, todavía vivo, del gran árbol.
15
Luego diez jóvenes escuderos de Joab rodearon a Absalón y lo remataron.
16
Entonces Joab hizo sonar el cuerno de carnero, y sus hombres regresaron de perseguir al ejército de Israel.
17
Arrojaron el cuerpo de Absalón dentro de un hoyo grande en el bosque y encima apilaron un montón de piedras. Y todo Israel huyó a sus hogares.