18
a fin de que los hombres del rey pasaran al frente.
Había seiscientos hombres de Gat que habían venido con David, junto con los guardaespaldas del rey.
19
Después el rey se dio vuelta y le dijo a Itai, un líder de los hombres de Gat:
—¿Por qué vienes con nosotros? Vuelve al rey Absalón porque tú eres un huésped en Israel, un extranjero en el exilio.
20
Llegaste hace poco, ¿debería forzarte a vagar con nosotros? Ni siquiera sé a dónde iremos. Regresa y llévate contigo a tus parientes, y que el Señor
te muestre su amor inagotable y su fidelidad.
21
Pero Itai le respondió al rey:
—Juro por el Señor
y por el rey que iré dondequiera que mi señor el rey vaya, sin importar lo que pase, ya sea que signifique la vida o la muerte.
22
David respondió:
—Está bien, ven con nosotros.
De modo que Itai y todos sus hombres junto con sus familias lo acompañaron.
23
Entonces todo el pueblo lloraba a gritos cuando el rey y sus seguidores pasaban. Así que cruzaron el valle de Cedrón y fueron hacia el desierto.
24
Sadoc y todos los levitas también fueron con él cargando el arca del pacto de Dios. Pusieron el arca de Dios en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios
hasta que todos dejaron la ciudad.
25
Luego el rey le dio instrucciones a Sadoc para que regresara el arca de Dios a la ciudad: «Si al Señor
le parece bien —dijo David—, me traerá de regreso para volver a ver el arca y el tabernáculo;
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pero si él ha terminado conmigo, entonces dejemos que haga lo que mejor le parezca».
27
El rey también le dijo al sacerdote Sadoc: «Mira,
este es mi plan. Tú y Abiatar
deben regresar a la ciudad sin llamar la atención junto con tu hijo Ahimaas y con Jonatán, el hijo de Abiatar.
28
Yo me detendré en los vados del río Jordán
y allí esperaré tu informe».