1
Joab arregla que Absalón regrese
Joab se dio cuenta de cuánto el rey deseaba ver a Absalón.
2
Así que mandó llamar a una mujer de Tecoa que tenía fama de ser muy sabia. Le dijo: «Finge que estás de duelo; ponte ropa de luto y no uses lociones.
Actúa como una mujer que ha estado de duelo por mucho tiempo.
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Entonces ve al rey y dile la historia que te voy a contar». Luego Joab le dijo lo que tenía que decir.
4
Cuando la mujer de Tecoa se acercó al rey, se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y exclamó:
—¡Oh rey, ayúdeme!
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—¿Qué problema tienes? —preguntó el rey.
—¡Ay de mí que soy viuda! —contestó ella—. Mi esposo está muerto y
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mis dos hijos se pelearon en el campo y, como no había nadie que los separara, uno de ellos resultó muerto.
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Ahora el resto de la familia me exige: “Entréganos a tu hijo y lo ejecutaremos por haber matado a su hermano. No merece heredar la propiedad familiar”. Quieren extinguir la única brasa que me queda, y el nombre y la familia de mi esposo desaparecerán de la faz de la tierra.
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—Yo me encargo de este asunto —le dijo el rey—. Ve a tu casa, yo me aseguraré de que nadie lo toque.
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—¡Oh gracias, mi señor el rey! —le respondió la mujer de Tecoa—. Si lo critican por ayudarme, que la culpa caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre, y que el rey y su trono sean inocentes.
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—Si alguien se opone —le dijo el rey—, tráemelo. ¡Te aseguro que nunca más volverá a molestarte!