15
De pronto, el amor de Amnón se transformó en odio, y la llegó a odiar aún más de lo que la había amado.
—¡Vete de aquí! —le gruñó.
16
—¡No, no! —gritó Tamar—. ¡Echarme de aquí ahora es aún peor de lo que ya me has hecho!
Pero Amnón no quiso escucharla.
17
Entonces llamó a su sirviente y le ordenó:
—¡Echa fuera a esta mujer y cierra la puerta detrás de ella!
18
Así que el sirviente la sacó y cerró la puerta detrás de ella. Tamar llevaba puesta una hermosa túnica larga,
como era costumbre en esos días para las hijas vírgenes del rey.
19
Pero entonces, ella rasgó su túnica y echó ceniza sobre su cabeza y, cubriéndose la cara con las manos, se fue llorando.
20
Su hermano Absalón la vio y le preguntó: «¿Es verdad que Amnón ha estado contigo? Bien, hermanita, quédate callada por ahora, ya que él es tu hermano. No te angusties por esto». Así pues, Tamar vivió como una mujer desconsolada en la casa de su hermano Absalón.
21
Cuando el rey David se enteró de lo que había sucedido, se enojó mucho.
22
Absalón nunca habló de esto con Amnón, sin embargo, lo odió profundamente por lo que le había hecho a su hermana.
23
Absalón se venga de Amnón
Dos años después, cuando se esquilaban las ovejas de Absalón en Baal-hazor, cerca de Efraín, Absalón invitó a todos los hijos del rey a una fiesta.
24
Él fue adonde estaba el rey y le dijo:
—Mis esquiladores ya se encuentran trabajando. ¿Podrían el rey y sus siervos venir a celebrar esta ocasión conmigo?
25
El rey contestó:
—No, hijo mío. Si fuéramos todos, seríamos mucha carga para ti.
Entonces Absalón insistió, pero aun así el rey dijo que no iría, aunque le dio su bendición.