6
Entonces el rey Joram sin demora reunió al ejército de Israel y marchó desde Samaria.
7
Ya en camino, envió este mensaje a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Saldrás conmigo a la batalla contra él?».
Josafat le respondió: «¡Por supuesto! Tú y yo somos como uno; mis tropas son tus tropas y mis caballos son tus caballos.
8
¿Qué camino tomaremos?».
Joram contestó: «Atacaremos desde el desierto de Edom».
9
El rey de Edom y sus tropas también se unieron a ellos, y los tres ejércitos dieron un rodeo a través del desierto durante siete días; pero no había agua para los hombres ni para los animales.
10
—¿Qué haremos ahora? —clamó el rey de Israel—. El Señor
nos ha traído a los tres aquí para que el rey de Moab nos derrote.
11
Pero el rey Josafat de Judá preguntó:
—¿Acaso no hay ningún profeta del Señor
con nosotros? Si es así, podemos preguntarle al Señor
por medio de él qué debemos hacer.
Uno de los oficiales del rey Joram respondió:
—Eliseo, hijo de Safat, está entre nosotros. Él era el ayudante personal de Elías.
12
—Sí, el Señor
habla por medio de él —dijo Josafat.
Así que los reyes de Israel, Judá y Edom fueron a consultar a Eliseo.
13
—¿Por qué has venido a verme a mí?
—preguntó Eliseo al rey de Israel—. ¡Busca a los profetas paganos de tu padre y de tu madre!
Pero Joram, rey de Israel, dijo:
—¡No! ¿Acaso no ha sido el Señor
quien nos trajo a los tres reyes aquí para que el rey de Moab nos derrote?
14
Eliseo respondió:
—Tan cierto como que el Señor
Todopoderoso vive, a quien sirvo, si no fuera por el respeto que le tengo al rey Josafat de Judá, no perdería el tiempo hablando contigo.
15
Ahora, tráiganme a alguien que sepa tocar el arpa.
Mientras tocaban el arpa, el poder
del Señor
vino sobre Eliseo,
16
quien dijo:
—Esto dice el Señor
: “¡Este valle seco se llenará de lagunas!