6
Los sacerdotes ocuparon sus puestos asignados al igual que los levitas, quienes cantaban: «¡Su fiel amor perdura para siempre!». Acompañaban el canto con la música de los instrumentos que el rey David había hecho para alabar al Señor
. Enfrente de los levitas, los sacerdotes hacían sonar las trompetas mientras todo Israel estaba de pie.
7
Luego Salomón consagró la parte central del atrio que está delante del templo del Señor
. Allí presentó las ofrendas quemadas y la grasa de las ofrendas de paz, porque el altar de bronce que había construido no alcanzaba para tantas ofrendas quemadas, ofrendas de grano y la grasa de los sacrificios.
8
Durante los siete días siguientes, Salomón y todo Israel celebraron el Festival de las Enramadas.
Se había reunido una gran multitud desde lugares tan lejanos como Lebo-hamat, en el norte, y el arroyo de Egipto, en el sur.
9
Al octavo día hicieron la ceremonia de clausura, porque habían celebrado la dedicación del altar durante siete días y el Festival de las Enramadas también por siete días.
10
Luego, al final de la celebración,
Salomón despidió al pueblo. Todos estaban llenos de alegría y muy contentos porque el Señor
había sido bueno con David, con Salomón y con su pueblo Israel.
11
Respuesta del Señor
a Salomón
Así que Salomón terminó de construir el templo del Señor
y también el palacio real. Llevó a cabo todo lo que había pensado hacer en la construcción del templo y del palacio.
12
Luego una noche el Señor
se le apareció a Salomón y le dijo:
«He oído tu oración y he elegido este templo como el lugar para que se realicen sacrificios.
13
Puede ser que a veces yo cierre los cielos para que no llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o envíe plagas entre ustedes;
14
pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra.
15
Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a cada oración que se eleve en este lugar.
16
Pues he elegido este templo y lo he apartado para que sea santo, un lugar donde mi nombre será honrado para siempre. Lo vigilaré sin cesar, porque es muy preciado a mi corazón.