15
Hilcías le dijo a Safán, secretario de la corte: «¡He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor
!». Entonces Hilcías le dio el rollo a Safán.
16
Safán llevó el rollo al rey y le informó: «Sus funcionarios están haciendo todo lo que se les asignó.
17
El dinero que se recaudó en el templo del Señor
ha sido entregado a los supervisores y a los trabajadores».
18
Safán también dijo al rey: «El sacerdote Hilcías me entregó un rollo». Así que Safán se lo leyó al rey.
19
Cuando el rey oyó lo que estaba escrito en la ley, rasgó su ropa en señal de desesperación.
20
Luego dio las siguientes órdenes a Hilcías; a Ahicam, hijo de Safán; a Acbor, hijo de Micaías;
a Safán, secretario de la corte y a Asaías, consejero personal del rey:
21
«Vayan al templo y consulten al Señor
por mí y por todo el remanente de Israel y de Judá. Pregunten acerca de las palabras escritas en el rollo que se encontró. Pues el gran enojo del Señor
ha sido derramado sobre nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron la palabra del Señor
. No hemos estado haciendo todo lo que este rollo dice que debemos hacer».
22
Entonces Hilcías y los otros hombres se dirigieron al Barrio Nuevo
de Jerusalén para consultar a la profetisa Hulda. Ella era la esposa de Salum, hijo de Ticvah, hijo de Harhas,
el encargado del guardarropa del templo.
23
Ella les dijo: «¡El Señor
, Dios de Israel, ha hablado! Regresen y díganle al hombre que los envió:
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“Esto dice el Señor
: ‘Traeré desastre sobre esta ciudad
y sobre sus habitantes. Todas las maldiciones escritas en el rollo que fue leído al rey de Judá se cumplirán,
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pues los de mi pueblo me han abandonado y han ofrecido sacrificios a dioses paganos. Estoy muy enojado con ellos por todo lo que han hecho. Mi enojo será derramado sobre este lugar y no se apagará’”.