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Saludos de Pablo
Yo, Pablo, apóstol de Cristo Jesús, nombrado por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, quien nos da esperanza,
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le escribo esta carta a Timoteo, mi verdadero hijo en la fe.
Que Dios Padre y Cristo Jesús nuestro Señor te den gracia, misericordia y paz.
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Advertencia contra las falsas enseñanzas
Cuando partí hacia Macedonia, te rogué que te quedaras ahí en Éfeso y que frenaras a esas personas cuyas enseñanzas son contrarias a la verdad.
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No dejes que pierdan el tiempo en debates interminables sobre mitos y linajes espirituales. Esto sólo conduce a especulaciones sin sentido alguno,
que no ayudan a que la gente lleve una vida de fe en Dios.
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El propósito de mi instrucción es que todos los creyentes sean llenos del amor que brota de un corazón puro, de una conciencia limpia y de una fe sincera;
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pero algunos no lo entendieron. Se desviaron de estas cosas y pasan el tiempo en debates sin sentido.
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Quieren ser reconocidos como maestros de la ley de Moisés, pero no tienen ni idea de lo que están diciendo a pesar de que hablan con mucha seguridad.
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Nosotros sabemos que la ley es buena cuando se usa correctamente.
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Pues la ley no fue diseñada para la gente que hace lo correcto. Es para los transgresores y rebeldes, para los desobedientes a Dios y los pecadores, para quienes no consideran nada sagrado y que profanan lo que es santo, para quienes matan a su padre o a su madre, o cometen otros homicidios.
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La ley es para los que cometen inmoralidades sexuales o los que practican la homosexualidad o los traficantes de esclavos,
los mentirosos, los que no cumplen sus promesas o los que hacen cualquier otra cosa que contradiga la sana enseñanza