7
Pero el Señor
le dijo a Samuel:
—No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor
no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor
mira el corazón.
8
Entonces Isaí le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo:
—Este no es el que el Señor
ha elegido.
9
Después Isaí llamó a Simea,
pero Samuel dijo:
—Tampoco es este a quien el Señor
ha elegido.
10
De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo:
—El Señor
no ha elegido a ninguno de ellos.
11
Después Samuel preguntó:
—¿Son estos todos los hijos que tienes?
—Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras.
—Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue.
12
Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos.
Y el Señor
dijo:
—Este es, úngelo.
13
Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor
vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.
14
David sirve en la corte de Saúl
Ahora bien, el Espíritu del Señor
se había apartado de Saúl, y el Señor
envió un espíritu atormentador.
15
Algunos de los siervos de Saúl le dijeron:
—Un espíritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo.
16
Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espíritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien.
17
—Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquí.