14
Pero Micaías respondió:
—Tan cierto como que el Señor
vive, solo diré lo que el Señor
me indique.
15
Cuando Micaías se presentó ante el rey, Acab le preguntó:
—Micaías, ¿debemos ir a pelear contra Ramot de Galaad o desistir?
Micaías le respondió con sarcasmo:
—¡Sí, sube y saldrás vencedor, porque el Señor
dará la victoria al rey!
16
Pero el rey le respondió con dureza:
—¿Cuántas veces tengo que exigirte que solo me digas la verdad cuando hables de parte del Señor
?
17
Entonces Micaías le dijo:
—En una visión, vi a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el Señor
dijo: “Han matado a su amo.
Envíalos a sus casas en paz”.
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—¿No te dije? —exclamó el rey de Israel a Josafat—. Nunca me profetiza otra cosa que desgracias.
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Micaías continuó diciendo:
—¡Escucha lo que dice el Señor
! Vi al Señor
sentado en su trono, rodeado por todos los ejércitos del cielo, a su derecha y a su izquierda.
20
Entonces el Señor
dijo: “¿Quién puede seducir a Acab para que vaya a pelear contra Ramot de Galaad y lo maten?”.
»Hubo muchas sugerencias,
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hasta que finalmente un espíritu se acercó al Señor
y dijo: “¡Yo puedo hacerlo!”.
22
»“¿Cómo lo harás?”, preguntó el Señor
.
»El espíritu contestó: “Saldré e inspiraré a todos los profetas de Acab para que hablen mentiras”.
»“Tendrás éxito —dijo el Señor
—, adelante, hazlo”.
23
»Así que, como ves, el Señor
ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, porque el Señor
ha dictado tu condena.
24
Entonces Sedequías, hijo de Quenaana, se acercó a Micaías y le dio una bofetada.
—¿Desde cuándo el Espíritu del Señor
salió de mí para hablarte a ti? —le reclamó.
25
Y Micaías le contestó:
—¡Ya lo sabrás, cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!
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«¡Arréstenlo! —ordenó el rey de Israel—. Llévenlo de regreso a Amón, el gobernador de la ciudad, y a mi hijo Joás.
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Denles la siguiente orden de parte del rey: “¡Metan a este hombre en la cárcel y no le den más que pan y agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla!”».
28
Pero Micaías respondió: «¡Si tú regresas a salvo, eso significará que el Señor
no habló por medio de mí!».
Entonces dirigiéndose a los que estaban alrededor, agregó: «¡Todos ustedes, tomen nota de mis palabras!».
29
Muerte de Acab
Entonces Acab, rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, dirigieron a sus ejércitos contra Ramot de Galaad.
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El rey de Israel dijo a Josafat: «Cuando entremos en la batalla, yo me disfrazaré para que nadie me reconozca, pero tú ponte tus vestiduras reales». Así que el rey de Israel se disfrazó, y ambos entraron en la batalla.
31
Mientras tanto, el rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus treinta y dos comandantes de carros de guerra: «Ataquen solo al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!».
32
Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey de Israel!», gritaban; pero cuando Josafat gritó,
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los comandantes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel y dejaron de perseguirlo.
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Sin embargo, un soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta
y sácame de aquí! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor de su carro—. ¡Estoy gravemente herido!».