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Que Joab y sus descendientes sean por siempre culpables de la sangre de ellos, y que el Señor
conceda paz a David, a sus descendientes, a su dinastía y a su trono para siempre».
34
Entonces Benaía, hijo de Joiada, volvió a la carpa sagrada y mató a Joab, y fue enterrado junto a su casa en el desierto.
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Después, el rey nombró comandante del ejército a Benaía en lugar de Joab, y puso al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.
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Luego el rey mandó llamar a Simei y le dijo:
—Construye una casa aquí en Jerusalén y vive en ella pero no salgas de la ciudad por ningún motivo.
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Pues el día que salgas y pases el valle de Cedrón, ciertamente morirás, y tu sangre volverá sobre tu propia cabeza.
38
Simei respondió:
—Tu sentencia es justa; haré todo lo que mi señor el rey mande.
Por lo tanto, Simei vivió en Jerusalén un largo tiempo.
39
Sin embargo, tres años después, dos esclavos de Simei se fugaron a Gat, donde reinaba Aquis, hijo de Maaca. Cuando Simei supo dónde estaban,
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ensilló su burro y fue a Gat a buscarlos. Una vez que los encontró, los llevó de regreso a Jerusalén.
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Salomón se enteró de que Simei había salido de Jerusalén, que había ido a Gat y regresado.
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Así que el rey lo mandó llamar y le preguntó: «¿No te hice jurar por el Señor
y te advertí que no salieras a ninguna parte, o de lo contrario, morirías? Y tú respondiste: “La sentencia es justa; haré lo que mandes”.
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Entonces, ¿por qué no cumpliste tu juramento al Señor
ni obedeciste mi orden?».