4
Cierta vez, cuando Jezabel intentaba matar a todos los profetas del Señor
, Abdías escondió a cien de ellos en dos cuevas; metió a cincuenta profetas en cada cueva y les dio comida y agua).
5
Acab le dijo a Abdías: «Tenemos que revisar todos los manantiales y los valles del reino, y ver si podemos encontrar pasto suficiente para salvar por lo menos algunos de mis caballos y de mis mulas».
6
Entonces se repartieron el territorio; Acab se fue solo por un lado, y Abdías se fue solo por otro camino.
7
Mientras Abdías iba caminando, de pronto vio que Elías se le acercaba. Abdías lo reconoció enseguida y se postró hasta el suelo ante él.
—¿De verdad eres tú, mi señor Elías? —preguntó.
8
—Sí, soy yo —contestó Elías—. Ahora ve y dile a tu amo: “Elías está aquí”.
9
—¡Ay, señor! —protestó Abdías—, ¿qué daño te he hecho para que me mandes a morir a manos de Acab?
10
Te juro por el Señor
tu Dios que el rey te ha buscado en cada nación y reino de la tierra, desde un extremo hasta el otro ha procurado encontrarte. Cada vez que alguien le afirmaba: “Elías no está aquí”, el rey Acab obligaba al rey de esa nación a jurar que había dicho la verdad.
11
Y ahora tú me dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Elías está aquí’”.
12
Apenas yo te deje, el Espíritu del Señor
te llevará a quién sabe dónde y cuando Acab llegue aquí y no te encuentre, me matará. Te recuerdo que toda mi vida he sido un fiel siervo del Señor
.
13
¿No te han contado, señor mío, de cuando Jezabel intentaba matar a los profetas del Señor
? Yo escondí a cien de ellos en dos cuevas y les di comida y agua.
14
Y ahora tú me dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Elías está aquí’”. Si yo hago esto, señor, sin duda Acab me matará.