2
cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios.
3
No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo.
4
Así, cuando venga el Gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos.
5
Del mismo modo, ustedes hombres más jóvenes tienen que aceptar la autoridad de los ancianos. Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque
«Dios se opone a los orgullosos
pero muestra su favor a los humildes»
.
6
Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor.
7
Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.
8
¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.
9
Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que sus hermanos en Cristo,
en todo el mundo, también están pasando por el mismo sufrimiento.
10
En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido.
11
¡A él sea todo el poder para siempre! Amén.
12
Saludos finales de Pedro
Les escribí y envié esta breve carta con la ayuda de Silas,
a quien les encomiendo como un hermano fiel. Mi propósito al escribirles es alentarlos y asegurarles que por lo que están atravesando es en verdad parte de la gracia de Dios para ustedes. Manténganse firmes en esta gracia.