8
He estado contigo dondequiera que has ido y destruí a todos tus enemigos frente a tus propios ojos. ¡Ahora haré que tu nombre sea tan famoso como el de los grandes que han vivido en la tierra!
9
Le daré una patria a mi pueblo Israel y lo estableceré en un lugar seguro donde nunca será molestado. Las naciones malvadas no lo oprimirán como lo hicieron en el pasado,
10
cuando designé jueces para que gobernaran a mi pueblo Israel; y derrotaré a todos tus enemigos.
»”Además, yo declaro que el Señor
construirá una casa para ti, ¡una dinastía de reyes!
11
Pues cuando mueras y te reúnas con tus antepasados, levantaré a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos, y fortaleceré su reino.
12
Él es quien edificará una casa —un templo— para mí, y afirmaré su trono para siempre.
13
Yo seré su padre, y él será mi hijo. Nunca le retiraré mi favor, como lo retiré de quien reinó antes de ti.
14
Lo confirmaré como rey sobre mi casa y sobre mi reino para siempre, y su trono estará seguro para siempre”».
15
Entonces Natán regresó a donde estaba David y repitió todo lo que el Señor
le había dicho en la visión.
16
Oración de gratitud de David
Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor
y oró:
«¿Quién soy yo, oh Señor
Dios, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí?
17
Y ahora, oh Dios, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! Hablas como si yo fuera una persona muy importante,
oh Señor
Dios.
18
»¿Qué más puedo decirte acerca de la forma en que me has honrado? Tú sabes cómo es realmente tu siervo.