2
El que afirma que lo sabe todo, en realidad, no es que sepa mucho;
3
pero la persona que ama a Dios es a quien Dios reconoce.
4
Entonces, ¿qué acerca de comer carne ofrecida a ídolos? Pues sabemos que un ídolo no es en verdad un dios y que hay sólo un Dios.
5
Puede que existan esos llamados «dioses» tanto en el cielo como en la tierra, y algunas personas de hecho rinden culto a muchos dioses y a muchos señores.
6
Pero nosotros sabemos que hay sólo un Dios, el Padre, quien creó todo, y vivimos para él; y hay sólo un Señor, Jesucristo, mediante el cual Dios hizo todas las cosas y mediante el cual nos ha dado vida.
7
Sin embargo, no todos los creyentes saben esto. Algunos están acostumbrados a pensar que los ídolos son reales, entonces, cuando comen un alimento que fue ofrecido a ídolos, lo consideran adoración a dioses verdaderos, y violan su débil conciencia.
8
Es cierto que no podemos obtener la aprobación de Dios por lo que comemos. No perdemos nada si no lo comemos, y no ganamos nada si lo comemos.
9
Pero ustedes deben tener cuidado de que su libertad no haga tropezar a los que tienen una conciencia más débil.
10
Pues, si otros te ven —con tu «conocimiento superior»— comiendo en el templo de un ídolo, ¿acaso no se sentirán alentados a violar su conciencia al comer un alimento que se ofreció a un ídolo?
11
Así que a causa de tu conocimiento superior, se destruirá un creyente débil
por quien Cristo murió.
12
Cuando ustedes pecan contra otros creyentes
al alentarlos a hacer algo que para ellos está mal, pecan contra Cristo.
13
Por lo tanto, si lo que como hace que otro creyente peque, nunca más comeré carne mientras viva, porque no quiero hacer que otro creyente tropiece.