17
Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podríamos oír? O si todo el cuerpo fuera oreja, ¿cómo podríamos oler?
18
Pero nuestro cuerpo tiene muchas partes, y Dios ha puesto cada parte justo donde él quiere.
19
¡Qué extraño sería el cuerpo si tuviera solo una parte!
20
Efectivamente, hay muchas partes, pero un solo cuerpo.
21
El ojo nunca puede decirle a la mano: «No te necesito». La cabeza tampoco puede decirle al pie: «No te necesito».
22
De hecho, algunas partes del cuerpo que parecieran las más débiles y menos importantes, en realidad, son las más necesarias.
23
Y las partes que consideramos menos honorables son las que vestimos con más esmero. Así que protegemos con mucho cuidado esas partes que no deberían verse,
24
mientras que las partes más honorables no precisan esa atención especial. Por eso Dios ha formado el cuerpo de tal manera que se les dé más honor y cuidado a esas partes que tienen menos dignidad.
25
Esto hace que haya armonía entre los miembros a fin de que los miembros se preocupen los unos por los otros.
26
Si una parte sufre, las demás partes sufren con ella y, si a una parte se le da honra, todas las partes se alegran.
27
Todos ustedes en conjunto son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es parte de ese cuerpo.