3
Judá ha ido al destierro bajo aflicción y bajo dura servidumbre. Ella habita entre las naciones, mas no halla descanso; todos sus perseguidores la han alcanzado en medio de la angustia .
4
Los caminos de Sion están de luto, porque nadie viene a las fiestas solemnes. Todas sus puertas están desoladas, gimen sus sacerdotes, sus vírgenes están afligidas, y ella misma está amargada.
5
Sus adversarios se han convertido en sus amos, sus enemigos prosperan, porque el SEÑOR la ha afligido por la multitud de sus transgresiones; sus niños han ido cautivos delante del adversario.
6
De la hija de Sion se ha ido todo su esplendor. Sus príncipes son como ciervos que no hallan pasto, y huyen sin fuerzas delante del perseguidor.
7
Jerusalén recuerda en los días de su aflicción y de su vagar todos sus tesoros que existían desde los tiempos antiguos, cuando su pueblo cayó en mano del adversario sin que nadie la ayudara. Al verla sus adversarios, se burlaron de su ruina.
8
En gran manera ha pecado Jerusalén, por lo cual se ha vuelto cosa inmunda. Todos los que la honraban la desprecian porque han visto su desnudez, y ella gime y se vuelve de espaldas.
9
Su inmundicia está en sus faldas; no consideró su futuro, y ha caído de manera sorprendente; no hay quien la consuele. Mira, oh SEÑOR, mi aflicción, porque se ha engrandecido el enemigo.
10
El adversario ha extendido su mano a todos sus tesoros; ciertamente ella ha visto a las naciones entrar en su santuario, a las que tú ordenaste que no entraran en tu congregación.
11
Todo su pueblo gime buscando pan; han dado sus tesoros a cambio de comida para restaurar sus vidas. Mira, oh SEÑOR, y observa que estoy despreciada.
12
Vosotros todos los que pasáis por el camino, ¿no os importa esto? Observad y ved si hay dolor como mi dolor, con el que fui atormentada, con el que el SEÑOR me afligió el día de su ardiente ira.
13
Desde lo alto El envió fuego que penetró en mis huesos. Ha tendido una red a mis pies, me ha hecho volver atrás, me ha dejado desolada, desfallecida todo el día.