4
No temas, pues no serás avergonzada; ni te sientas humillada, pues no serás agraviada; sino que te olvidarás de la verguenza de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás más.
5
Porque tu esposo es tu Hacedor, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra.
6
Porque como a mujer abandonada y afligida de espíritu, te ha llamado el SEÑOR, y como a esposa de la juventud que es repudiada dice tu Dios.
7
Por un breve momento te abandoné, pero con gran compasión te recogeré.
8
En un acceso de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti dice el SEÑOR tu Redentor.
9
Porque esto es para mí como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé nunca más inundarían la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reprenderé.
10
Porque los montes serán quitados y las colinas temblarán, pero mi misericordia no se apartará de ti, y el pacto de mi paz no será quebrantado dice el SEÑOR, que tiene compasión de ti.
11
Oh afligida, azotada por la tempestad, sin consuelo, he aquí, yo asentaré tus piedras en antimonio, y tus cimientos en zafiros.
12
Haré tus almenas de rubíes, tus puertas de cristal y todo tu muro de piedras preciosas.
13
Todos tus hijos serán enseñados por el SEÑOR, y grande será el bienestar de tus hijos.
14
En justicia serás establecida. Estarás lejos de la opresión, pues no temerás, y del terror, pues no se acercará a ti.