6
Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, pueblo feroz e impetuoso, que marcha por la anchura de la tierra para apoderarse de moradas ajenas.
7
Imponente y temible es; de él mismo proceden su justicia y su grandeza.
8
Sus caballos son más veloces que leopardos y más astutos que lobos al anochecer. Al galope vienen sus jinetes, sus jinetes vienen de lejos, vuelan como águila que se precipita a devorar.
9
Vienen todos ellos para hacer violencia, su horda de rostros avanza, recoge cautivos como arena.
10
Se mofa de los reyes, y los gobernantes le son motivo de risa; se ríe de toda fortaleza, amontona escombros para tomarla.
11
Entonces pasará como el viento y seguirá, y se le tendrá por culpable, porque hace de su poder su dios.
12
¿No eres tú desde la eternidad, oh SEÑOR, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh SEÑOR, para juicio lo has puesto; tú, oh Roca, lo has establecido para corrección.
13
Muy limpios son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar la opresión. ¿Por qué miras con agrado a los que proceden pérfidamente, y callas cuando el impío traga al que es más justo que él?
14
¿Por qué has hecho a los hombres como peces del mar, como reptiles que no tienen jefe?
15
A todos los saca con anzuelo el pueblo invasor, los arrastra con su red y los junta en su malla. Por eso se alegra y se regocija,
16
por eso ofrece sacrificio a su red y quema incienso a su malla, pues gracias a ellas su pesca es abundante, y suculenta su comida.