14
Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.
15
Pero si os mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros.
16
Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.
17
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.
18
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
19
Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad,
20
idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos,
21
envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
23
mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.
24
Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.