15
Hermanos, hablo en términos humanos: un pacto, aunque sea humano, una vez ratificado nadie lo invalida ni le añade condiciones.
16
Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: y a las descendencias, como refiriéndose a muchas, sino más bien a una: y a tu descendencia, es decir, Cristo.
17
Lo que digo es esto: La ley, que vino cuatrocientos treinta años más tarde, no invalida un pacto ratificado anteriormente por Dios, como para anular la promesa.
18
Porque si la herencia depende de la ley, ya no depende de una promesa; pero Dios se la concedió a Abraham por medio de una promesa.
19
Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la promesa, ley que fue promulgada mediante ángeles por mano de un mediador.
20
Ahora bien, un mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.
21
¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Porque si se hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido de la ley.
22
Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen.
23
Y antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser revelada.
24
De manera que la ley ha venido a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados por fe.
25
Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo ayo,