2
para que temas al SEÑOR tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.
3
Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y miel, tal como el SEÑOR, el Dios de tus padres, te ha prometido.
4
Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es.
5
Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.
6
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
7
y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
8
Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos.
9
Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.
10
Y sucederá que cuando el SEÑOR tu Dios te traiga a la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, una tierra con grandes y espléndidas ciudades que tú no edificaste,
11
y casas llenas de toda buena cosa que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivos que tú no plantaste, y comas y te sacies;
12
entonces ten cuidado, no sea que te olvides del SEÑOR que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.