2
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno.
3
Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por siempre jamás.
4
Pero tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará.
5
Entonces yo, Daniel, miré, y he aquí otros dos estaban de pie, uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río.
6
Y uno de ellos dijo al hombre vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: ¿Para cuándo será el fin de estas maravillas?
7
Y oí al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, que levantando su mano derecha y su mano izquierda al cielo, juró por aquel que vive para siempre, que será por un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo; y cuando se termine la destrucción del poder del pueblo santo, se cumplirán todas estas cosas.
8
Yo oí, pero no pude entender. Entonces dije: Señor mío, ¿cuál será el resultado de estas cosas?
9
Y él respondió: Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
10
Muchos serán purificados, emblanquecidos y refinados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos comprenderá, pero los entendidos comprenderán.
11
Y desde el tiempo en que el sacrificio perpetuo sea abolido y puesta la abominación de la desolación, habrá mil doscientos noventa días.
12
Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
13
Mas tú, sigue hasta el fin; descansarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días.