2
Y el Señor entregó en sus manos a Joacim, rey de Judá, y algunos de los utensilios de la casa de Dios; los llevó a la tierra de Sinar, a la casa de su dios , colocando los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
3
Entonces el rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales , que trajera de los hijos de Israel a algunos de la familia real y de los nobles,
4
jóvenes en quienes no hubiera defecto alguno, de buen parecer, inteligentes en toda rama del saber, dotados de entendimiento y habilidad para discernir y que tuvieran la capacidad para servir en el palacio del rey; y le mandó que les enseñara la escritura y la lengua de los caldeos.
5
El rey les asignó una ración diaria de los manjares del rey y del vino que él bebía, y mandó que los educaran por tres años, al cabo de los cuales entrarían al servicio del rey.
6
Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.
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Y el jefe de los oficiales les puso nuevos nombres: a Daniel le puso Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
8
Se propuso Daniel en su corazón no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino que él bebía, y pidió al jefe de los oficiales que le permitiera no contaminarse.
9
Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales,
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y el jefe de los oficiales dijo a Daniel: Temo a mi señor el rey, porque él ha asignado vuestra comida y vuestra bebida; ¿por qué ha de ver vuestros rostros más macilentos que los de los demás jóvenes de vuestra edad? Así pondríais en peligro mi cabeza ante el rey.
11
Pero Daniel dijo al mayordomo a quien el jefe de los oficiales había nombrado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
12
Te ruego que pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer y agua para beber.