4
Porque así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis.
5
Pero no busquéis a Betel, ni vayáis a Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva, y Betel caerá en desgracia.
6
Buscad al SEÑOR y viviréis, no sea que El prorrumpa como fuego, oh casa de José, y consuma a Betel sin que haya quien lo apague;
7
consuma a los que convierten el juicio en ajenjo y echan por tierra la justicia.
8
El que hizo las Pléyades y el Orión, cambia las densas tinieblas en aurora, y hace oscurecer el día en noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra: el SEÑOR es su nombre.
9
El es quien desencadena destrucción sobre el fuerte, y hace que la ruina venga sobre la fortaleza.
10
Ellos odian en la puerta al que reprende, y aborrecen al que habla con integridad.
11
Por tanto, ya que imponéis fuertes impuestos sobre el pobre y exigís de él tributo de grano, las casas de piedra labrada que habéis edificado, no las habitaréis; habéis plantado viñas escogidas, pero no beberéis su vino.
12
Pues yo sé que muchas son vuestras transgresiones y graves vuestros pecados: oprimís al justo, aceptáis soborno y rechazáis a los pobres en la puerta.
13
Por tanto, el prudente se calla en ese tiempo, pues es tiempo malo.
14
Buscad lo bueno y no lo malo, para que viváis; y así sea con vosotros el SEÑOR, Dios de los ejércitos, tal como habéis dicho.