8
En aquel día sucederá que brotarán aguas vivas de Jerusalén, una mitad hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, será lo mismo en verano que en invierno.
9
Y el SEÑOR será rey sobre toda la tierra; aquel día el SEÑOR será uno, y uno su nombre.
10
Toda la tierra se volverá como una llanura desde Geba hasta Rimón, al sur de Jerusalén; pero ésta se levantará y será habitada en su lugar desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la puerta Primera, hasta la puerta del Angulo, y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey.
11
Y habitarán en ella y no habrá más maldición; y Jerusalén habitará en seguridad.
12
Esta será la plaga con que el SEÑOR herirá a todos los pueblos que han hecho guerra contra Jerusalén: se pudrirá su carne estando ellos aún de pie, y se pudrirán sus ojos en sus cuencas, y su lengua se pudrirá en su boca.
13
Y sucederá aquel día que habrá entre ellos un gran pánico del SEÑOR; y cada uno agarrará la mano de su prójimo, y levantará su mano contra la mano de su prójimo.
14
También Judá peleará en Jerusalén; y se amontonarán las riquezas de todas las naciones circunvecinas: oro, plata y vestidos en gran abundancia.
15
Como aquella plaga así será la plaga del caballo, del mulo, del camello, del asno y de todos los animales que haya en aquellos campamentos.
16
Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
17
Y sucederá que los de las familias de la tierra que no suban a Jerusalén para adorar al Rey, SEÑOR de los ejércitos, no recibirán lluvia sobre ellos.
18
Y si la familia de Egipto no sube ni viene, entonces sobre ellos no habrá lluvia; será la plaga con la cual el SEÑOR herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.