11
Mas mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí.
12
Los dejé por tanto a la dureza de su corazón; caminaron en sus consejos.
13
¡Oh, si mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en mis caminos!
14
En una nada derribara yo sus enemigos, y volviera mi mano sobre sus adversarios.
15
Los aborrecedores del SEÑOR se le hubieran sometido; y el tiempo de ellos fuera para siempre.
16
Y Dios les hubiera sustentado con lo mejor del trigo; y de miel de la piedra te hubiera saciado.