2
Estoy hundido en cieno profundo, donde no hay pie; soy venido en profundos de aguas, y la corriente me ha anegado.
3
He trabajado llamando, mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
4
Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; se han fortalecido mis enemigos, los que me destruyen sin por qué; entonces devolví lo que no hurté.
5
Dios, tú sabes mi locura; y mis delitos no te son ocultos.
6
No sean avergonzados por mi causa los que te esperan, oh Señor DIOS de los ejércitos; no sean confusos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.
7
Porque por ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro.
8
He sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre.
9
Porque me consumió el celo de tu Casa; y los denuestos de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.
10
Y lloré con ayuno de mi alma; y me has sido por afrenta.
11
Puse además cilicio por mi vestido; y vine a serles por proverbio.
12
Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y me zaherían en las canciones de los bebedores de sidra.