2
Muchos dicen de mi alma: No hay para él salud en Dios. (Selah.)
3
Mas tú, el SEÑOR, eres escudo por mí; mi gloria, y el que ensalza mi cabeza.
4
Con mi voz clamé al SEÑOR, y él me respondió desde el monte de su santidad. (Selah.)
5
Yo me acosté, y dormí, y desperté; porque el SEÑOR me sustentaba.
6
No temeré de diez millares de gente, que pusieren cerco contra mí.
7
Levántate, SEÑOR; sálvame, Dios mío; porque tú heriste a todos mis enemigos en la quijada; los dientes de los malos quebraste.
8
Del SEÑOR es la salud: Sobre tu pueblo será tu bendición. (Selah.)