23
Y no sólo ellas, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, es a saber , la redención de nuestro cuerpo.
24
Porque en esperanza somos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, no lo espera.
25
Pues si lo que no vemos lo esperamos, por paciencia lo esperamos.
26
Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza; porque orar como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu demanda por nosotros con gemidos indecibles.
27
Mas el que escudriña los corazones, sabe qué es el deseo del Espíritu, que conforme a Dios, demanda por los santos.
28
Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser santos).
29
Porque a los que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos;
30
Y a los que les señaló desde antes el camino , a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificará.
31
¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra nosotros?
32
El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica.
34
¿Quién es el que los condenará? El Ungido, Jesús, es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también demanda por nosotros.
35
¿Quién nos apartará de la caridad del Cristo? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o cuchillo?
36
(Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos estimados como ovejas de matadero.)
37
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por aquel que nos amó.
38
Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39
ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en el Ungido, Jesús, Señor nuestro.