16
el que la escondió, escondió el viento; porque el aceite en su mano derecha clama.
17
Hierro con hierro se aguza; y el hombre le da ánimo a su amigo.
18
El que guarda la higuera, comerá su fruto; y el que guarda a su señor, será honrado.
19
Como en agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al hombre.
20
El sepulcro y la perdición nunca se sacian; así los ojos del hombre nunca están satisfechos.
21
El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; y al hombre la boca del que lo alaba.
22
Aunque majes al loco en un mortero entre granos de trigo a pisón majados, no se quitará de él su locura.
23
Considera atentamente el rostro de tus ovejas; pon tu corazón al ganado;
24
porque las riquezas no son para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?
25
Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y se segarán las hierbas de los montes.
26
Los corderos son para tus vestidos, y los cabritos son para el precio del campo;