2
El Reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que hizo fiesta de bodas a su hijo;
3
y envió sus siervos para que llamasen los invitados a las bodas; pero no quisieron venir.
4
Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los llamados: He aquí, mi comida he aparejado, mis toros y animales engordados son muertos, y todo está preparado: venid a las bodas.
5
Mas ellos sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza y otro a sus negocios.
6
Y otros, tomando a sus siervos, los afrentaron y los mataron.
7
Y el rey, oyendo esto , se enojó y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad.
8
Entonces dice a sus siervos: Las bodas a la verdad están aparejadas, mas los que eran llamados no eran dignos.
9
Id pues a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos hallareis.
10
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
11
Y entró el rey para ver los convidados, y vio allí un hombre no vestido de vestido de boda.
12
Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? Y a él se le cerró la boca.