8
y enviándolos a Belén, dijo: Andad allá, y preguntad con diligencia por el niño; y después que le hallaréis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9
Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre donde estaba el niño.
10
Y viendo la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11
Y entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones: oro, e incienso y mirra.
12
Y siendo avisados por revelación Divino en sueños que no volviesen a Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino.
13
Y partidos ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños a José, diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo.
14
Y él despertando, tomó al niño y a su madre de noche, y se fue a Egipto;
15
y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
16
Herodes entonces, viéndose burlado de los sabios, se enojó mucho, y envió, y mató a todos los niños que había en Belén y en todos sus términos, de edad de dos años abajo, conforme al tiempo que había entendido de los sabios.
17
Entonces se cumplió lo que fue dicho por el Señor por el profeta Jeremías, que dijo:
18
Voz fue oída en Ramá, lamentación, lloro y gemido grande; Raquel que llora sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.