2
Y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista; él ha resucitado de los muertos, y por eso virtudes obran en él.
3
Porque Herodes había prendido a Juan, y le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano;
4
porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.
5
Y quería matarle, mas temía al pueblo; porque le tenían por profeta.
6
Mas celebrándose el día del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes.
7
Y prometió él con juramento darle todo lo que pidiese.
8
Y ella, instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
9
Entonces el rey se entristeció; mas por el juramento, y por los que estaban juntamente a la mesa, mandó que se le diese.
10
Y ordenó degollar a Juan en la cárcel.
11
Y fue traída su cabeza en un plato y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.
12
Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y fueron, y dieron las nuevas a Jesús.
13
Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en un barco a un lugar desierto, apartado; y cuando la multitud lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades.
14
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, y sanó a los que de ellos había enfermos.
15
Y cuando fue la tarde del día, se llegaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado; despide la multitud, para que se vayan por las aldeas, y compren para sí de comer.
16
Mas Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
17
Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.
18
El les dijo: Traédmelos acá.
19
Y mandando a la multitud recostarse sobre la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo, y partiendo los panes los dio a los discípulos, y los discípulos a la multitud.
20
Y comieron todos, y se saciaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.
21
Y los que comieron fueron como cinco mil varones, sin contar las mujeres y los niños.
22
Luego Jesús hizo a sus discípulos entrar en un barco, e ir delante de él al otro lado del lago , entre tanto que él despedía a la multitud.
23
Y despedida la multitud, subió en el monte, apartado, a orar; y cuando llegó la tarde del día, estaba allí solo.
24
Y ya el barco estaba en medio del mar, atormentado de las ondas; porque el viento era contrario.
25
Mas a la cuarta vela de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar.
26
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: Fantasma es. Y dieron voces de miedo.
27
Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Confiad, YO SOY; no tengáis miedo.
28
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
30
Pero viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose a hundir, dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
31
Luego Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
32
Y cuando ellos entraron en el barco, el viento reposó.
33
Entonces los que estaban en el barco, vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
34
Y llegando al otro lado, vinieron a la tierra de Genezaret.
35
Cuando le conocieron los varones de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos;
36
y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que le tocaron, fueron salvos.