19
Y respondiendo él, le dijo: ¡Oh generación infiel! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmelo.
20
Y se lo trajeron; y cuando le vio, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
21
Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño;
22
y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.
23
Y Jesús le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.
24
Y luego el padre del muchacho dijo clamando con lágrimas: Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad.
25
Cuando Jesús vio que la multitud concurría, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26
Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían que era muerto.
27
Pero Jesús tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
28
Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
29
Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
30
Y habiendo salido de allí, caminaron juntos por Galilea: y no quería que nadie lo supiese.
31
Porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre es entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él , resucitará al tercer día.
32
Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
33
Y llegó a Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34
Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.
35
Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
36
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:
37
El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.
38
Y le respondió Juan, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.
39
Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.