41
Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad. Basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.
42
Levantaos, vamos; he aquí, el que me entrega está cerca.
43
Y luego, aún hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.
44
Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con seguridad.
45
Y como vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.
46
Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
47
Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote; y le cortó la oreja.
48
Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con palos a tomarme?
49
Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
50
Entonces dejándole todos sus discípulos , huyeron.
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Pero un joven le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron;
52
mas él, dejando la sábana, huyó de ellos desnudo.
53
Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
54
Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.
55
Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban.
56
Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban.
57
Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:
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Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos.
59
Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
60
Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan éstos contra ti?
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Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
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Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la Potencia de Dios , y viniendo en las nubes del cielo.
63
Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?
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Habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron ser culpado de muerte.
65
Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.
66
Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de las criadas del sumo sacerdote;
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y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas.
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Mas él negó, diciendo: No lo conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera a la entrada; y cantó el gallo.
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Y la criada viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de ellos.
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Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.
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Y él comenzó a maldecir y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.