27
Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaraba esto en todas las Escrituras que eran de él.
28
Y llegaron a la aldea a donde iban; y él hizo como que iba más lejos.
29
Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Y entró con ellos.
30
Y aconteció, que estando sentado con ellos a la mesa , tomando el pan, bendijo, y partió, y les dio.
31
Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se desapareció de los ojos de ellos.
32
Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
33
Y levantándose en la misma hora, tornáronse a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos.
34
Que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.
35
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo había sido conocido de ellos en el partir el pan.
36
Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz sea a vosotros.
37
Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veían algún espíritu.
38
Mas él les dice: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos a vuestros corazones?
39
Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
40
Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
41
Y no creyéndolo aún ellos de gozo, y maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
42
Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel.
43
Lo cual él tomó, y comió delante de ellos.
44
Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.
45
Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras;
46
y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
47
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
48
Y vosotros sois testigos de estas cosas.
49
Y he aquí, yo enviaré al Prometido de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto.
50
Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo.
51
Y aconteció que bendiciéndolos, se fue de ellos; y era llevado arriba al cielo.
52
Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalén con gran gozo;
53
y estaban siempre en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén.