24
Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más a él no le vieron.
25
Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
26
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara (así) en su gloria?
27
Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaraba esto en todas las Escrituras que eran de él.
28
Y llegaron a la aldea a donde iban; y él hizo como que iba más lejos.
29
Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Y entró con ellos.
30
Y aconteció, que estando sentado con ellos a la mesa , tomando el pan, bendijo, y partió, y les dio.
31
Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se desapareció de los ojos de ellos.
32
Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
33
Y levantándose en la misma hora, tornáronse a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos.
34
Que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.