45
Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.
46
Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor;
47
Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salud,
48
porque miró a la bajeza de su criada; Porque he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; y santo es su Nombre.
50
Y su misericordia de generación a generación a los que le temen.
51
Hizo valentía con su brazo; esparció los soberbios del pensamiento de su corazón.
52
Quitó los poderosos de los tronos, y levantó a los humildes.
53
A los hambrientos colmó de bienes; y a los ricos envió vacíos.
54
Recibió a Israel su criado, acordándose de la misericordia.
55
Como habló a nuestros padres, a Abraham y a su simiente para siempre.
56
Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.
57
Y a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz un hijo.
58
Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella.
59
Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías.
60
Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado.
61
Y le dijeron: ¿Por qué ? Nadie hay en tu parentela que se llame con este nombre.
62
Y hablaron por señas a su padre, cómo le quería llamar.
63
Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
64
Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo a Dios.
65
Y hubo temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas.
66
Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.
67
Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
68
Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo,
69
y nos alzó el cuerno de salud en la Casa de David su siervo,
70
como habló por boca de los santos que fueron desde el principio, sus profetas:
71
Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron;
72
para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santo testamento;
73
del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de dar,
74
que sin temor librados de nuestros enemigos, le serviríamos
75
en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.
76
Y tú, niño: profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos;
77
dando conocimiento de salud a su pueblo, para remisión de sus pecados,
78
por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el amanecer,
79
para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz.
80
Y el niño crecía, y era confortado del Espíritu; y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró a Israel.