2
Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, que nunca había tenido hijos.
3
A esta mujer apareció el ángel del SEÑOR, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y no has tenido hijos; mas concebirás y darás a luz un hijo.
4
Ahora, pues, mira que ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda.
5
Porque tú te concebirás, y darás a luz un hijo; y no subirá navaja sobre su cabeza, porque aquel niño nazareo será de Dios desde el vientre, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.
6
Y la mujer vino y lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era , ni tampoco él me dijo su nombre.
7
Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será nazareo de Dios hasta el día de su muerte.
8
Y oró Manoa al SEÑOR, y dijo: Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer.
9
Y el SEÑOR oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.
10
Y la mujer corrió prontamente, y lo contó a su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino hoy a mí.
11
Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y así que llegó al varón, le dijo: ¿Eres tú aquel varón que hablaste a esta mujer? Y él dijo: Yo soy .
12
Entonces Manoa dijo: Cúmplase pues tu palabra. ¿Qué orden se tendrá con el niño, y qué ha de hacer?
13
Y el ángel del SEÑOR respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije.
14
Ella no comerá cosa que proceda de vid que da vino; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda; ha de guardar todo lo que le mandé.
15
Entonces Manoa dijo al ángel del SEÑOR: Te ruego permitas que te detengamos, y aderezaremos un cabrito que poner delante de ti.
16
Y el ángel del SEÑOR respondió a Manoa: Aunque me detengas no comeré de tu pan; mas si quisieres hacer holocausto, sacrifícalo al SEÑOR. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel del SEÑOR.
17
Entonces dijo Manoa al ángel del SEÑOR: ¿Cómo es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos?
18
Y el ángel del SEÑOR respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre? No tengo licencia para decírtelo.
19
Y Manoa tomó un cabrito de las cabras y un presente, y lo sacrificó sobre una peña al SEÑOR; y el ángel hizo milagro a vista de Manoa y de su mujer.
20
Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel del SEÑOR subió en la llama del altar a vista de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra sobre sus rostros.
21
Y el ángel del SEÑOR no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel del SEÑOR.
22
Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.
23
Y su mujer le respondió: Si el SEÑOR nos quisiera matar, no tomaría de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni según el tiempo nos habría anunciado esto.
24
Y la mujer dio a luz un hijo, y le llamó por nombre Sansón. Y el niño creció, y el SEÑOR lo bendijo.
25
Y el Espíritu del SEÑOR comenzó a manifestarse por veces en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.