30
Entonces procuraban prenderle; mas ninguno puso en él mano, porque aún no había venido su hora.
31
Y muchos del pueblo creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando viniere, ¿hará más señales que las que éste hace?
32
Los fariseos oyeron al pueblo que murmuraba de él estas cosas; y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos enviaron servidores que le prendiesen.
33
Y Jesús dijo: Aún un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
34
Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
35
Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿A dónde se ha de ir éste que no le hallemos? ¿Se ha de ir a los esparcidos entre los griegos, y a enseñar a los griegos?
36
¿Qué dicho es éste que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
37
Mas en el postrer día, el día grande de la Fiesta, se puso de pie y clamó, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38
El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre.
39
(Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; porque aún no era dado el Espíritu Santo, porque Jesús aún no era glorificado.)
40
Entonces muchos del pueblo, oyendo este dicho, decían: Verdaderamente éste es el profeta.