18
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios.
19
Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas.
20
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece a la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas.
21
Mas el que obra verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios.
22
Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba.
23
Y bautizaba también Juan en Enón junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.
24
Porque Juan, no había sido aún puesto en la cárcel.
25
Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación.
26
Y vinieron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen a él.
27
Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo.
28
Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.
29
El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo es cumplido.
30
A él conviene crecer; a mí, ser disminuido.
31
El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla; el que viene del cielo, sobre todos es.
32
Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.
33
El que recibe su testimonio, éste ha puesto su sello que Dios es Verdadero.
34
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; porque no le da Dios el Espíritu por medida.
35
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dio en su mano.
36
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que al Hijo es incrédulo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.